jueves, 9 de enero de 2014

Único como París

Relato publicado en la Revista Acantilados de Paphttp://es.calameo.com/read/0019314223a7ffc213c12


Imposible hablar de ti sin que los recuerdos  me lastimen. Duele evocar cuando juntos, las palabras se diluían en caricias deslizadas entre los dedos ávidos.
Después nos fundimos en el abrazo confuso. Triste hablar de tu sobresalto y mi asombro. Temerosos de que la realidad nos arrebatase el anhelo obligándonos a volver cada uno a lo suyo.
En el desasosiego me escurría por el borde de la sábana como quien está agazapado frente a un abismo.
Yo iba a bajar. Estaba dispuesto a descender hasta lo más profundo sin importarme nada. Recorro con la mirada el cuarto que tantas veces nos albergó. El mismo que aún guarda nuestra esencia. Está cambiado, yo también. Tal vez preguntes que pasó...dudo que lo preguntes...después de todos estos años.
Tu ternura me distanció y mi pasión no nos unió. No fue el tiempo en el que transcurrimos sino la intensidad de lo que vivimos que me trajo hasta aqui.
Ni tu mezquindad ni mis celos prevalecieron en esta historia anónima que mantuvimos sin secretos y en la que nos herimos tanto. Nos conocimos a destiempo y solo nos causamos contratiempos.
Muchas veces te odié. Por momentos quise destruirte al verte entera y distante. Tan dueña de tu vida sin pensar en  la mía. Hundiéndome en el desamparo. Pero es inútil...ya  no estás aqui...apenas el fantasma de lo que fuiste se aproxima a mí sonriente.

Recorre por última vez la habitación con la mirada. Cierra la puerta, dobla el papel con la carta y la guarda en el bolsillo del gabán.
Al salir a la calle el viento frio lo sacude. Se siente abssurdo. Venir a París para reprochar una relación que apenas existió en su  mente.
Nadie tuvo la culpa, menos aún esa chiquilina que vivía embrollada en su mundo donde lo transformó en un experimento sin más ni más.
Se pregunta que es lo que  mantiene vivo el recuerdo de alguien que fue para con él infantil y egoísta. 
La respuesta está en el exacto vértice donde los sentimientos amabiguos emergen y se unen para asentir que uno también ama aquello que tanto odia. Basta dar rienda suelta a un amor único como París.


                                                                Nora Ibarra
                                                      Curitiba-Brasil. Enero 2014

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